jueves, 26 de junio de 2008

La mensualidad

Se dio comienzo con media hora de retraso a la asamblea convocada por la dirección del colegio, cuyo único punto a tratar era: aumento en la matricula de inscripción y de las mensualidades del próximo año escolar. La asistencia de los padres y representantes de los alumnos del colegio fue satisfactoria; se podía hablar de que se había logrado el quórum requerido por el reglamento de asamblea del instituto.
Los días previos a la reunión, se encontraron varias posiciones entre los representantes, existían tres grandes propuestas. Algunos padres estaban de acuerdo en un aumento mesurado pero bien argumentado. Un gran número de representantes compartía la posición de la dirección del colegio, un aumento progresivo mensual sin límite. Una pequeña cantidad no estaba de acuerdo con aumento de ningún tipo, este grupo se basaba en que el estado subsidiaba al colegio con un monto considerable.
Tomas Perez Loyola, ejecutivo de una empresa automotriz y padre de dos alumnos del colegio, lideró el grupo que respaldaba un aumento mensual progresivo sin tope a este aumento. Dio una larga exposición en la asamblea donde esbozó de una manera razonada los puntos y beneficios acerca de la necesidad del aumento en las mensualidades del siguiente año.
—Tenemos que sacar a los limpios de este colegio—expresó Juana Gonzalez desde la tarima en una forma despectiva refiriéndose a los alumnos cuyos padres no tenían los suficientes recursos para pagar la mensualidad.
—Debemos acabar con las becas y las ayudas estudiantiles, ya esta bueno de tanta sinverguenzura, fuera los pata en el suelo de nuestro instituto—dijo en tono eufórico, Pedro Luis Pernalette. Un cliente muy estimado en los restaurantes lujosos de la ciudad.
La asamblea tomó calor en la medida que avanzaba el tiempo y las propuestas de la mayoría de los padres asistentes indicaban que la tendencia era la de un aumento gradual de las mensualidades, las razones del aumento fueron dadas por la dirección y apoyada por numerosas manos alzadas de muchos padres.
—Todos tenemos derecho a la educación, nuestros hijos necesitan educarse. Un puñado de representantes plegado a las políticas de la dirección del colegio no puede determinar el futuro de todos los muchachos que estudian en este colegio—gritó Pedro Peinado en medio de rechiflas y gritos de muchos padres asistentes.
La representación minoritaria de representantes que luchaban por impedir el incremento de la mensualidad no lograba armar una propuesta que fuera lo suficientemente contundente para que se plegaran a ella otros representantes.
El Monseñor Julio Gonzalez Cortador, director del instituto religioso, sonreía de satisfacción viendo el panorama favorable a su propuesta y presentía un final feliz. Aplaudió a rabiar cada vez que un representante expresaba puntos favorables a su planteamiento.
—Fuera los estudiantes que no puedan pagar— fue una de las consignas que mas se escuchó ese día.
—Finalizó el derecho de palabra, es hora de comenzar la votación de las propuestas hechas por todos los padres asistentes, si alguien considera que su propuesta no fue votada, tiene el derecho a reclamar, o si alguien tiene algo mas que decir, que levante la mano y lo haga— expresó Pedro Gonzalez, un sacerdote que realizaba las labores administrativas del colegio.
Los padres de los muchachos se vieron las caras y levantaban sus brazos y lo agitaban de un lado a otro, indicando de que no había mas nada que decir, otros gritaban “a votar”….”a votar”.
—Cada representante vota aprobando la proposición levantando la mano derecha, recuerden que esto es una votación seria y se le agradece que no levanten la mano dos veces. El padre Elias contará el total de manos levantadas. Actualmente en el recinto hay 131 padres o representantes de nuestros alumnos, diremos que la moción es aprobada con el voto de 66 votos o manos levantadas. Pongo en consideración del auditorio, esta propuesta de aprobación—dijo el monseñor Julio Gonzalez Cortador.
—Levanten la mano los que estén de acuerdo con la propuesta del Monseñor—se escuchó decir al sacerdote Pedro Gonzalez.
Numerosos brazos se levantaron, en señal de aprobación.
—Propuesta aprobada—se dejó escuchar por los parlantes.
Entre los asistentes había tensión; Unos gritaban que la votación fue inválida, ya que no se dijo el total de votos; los otros, que eran mayoría generaban más ruido para evitar que se oyeran los desacuerdos en la votación realizada.
Los seguidores de Tomás expresaban alegría se sentían ganadores y comenzaron a moverse entre los asistentes para garantizar la victoria.
—Comenzaremos a votar propuesta por propuesta. Número uno: aceptamos los resultados de esta reunión como válidos? .
Las manos levantadas fueron mayoría.
—Propuesta aprobada, los representantes asistentes aceptan la votación de la mayoría como moción aprobatoria de cada punto leído, anote en el libro de actas. Secretario—dijo Pedro Gonzalez en su papel de coordinador de la asamblea. Los aplausos se escucharon por todos los rincones del escenario.
—Segunda propuesta, están de acuerdo los asistentes en aprobar el incremento mensual del 2% del costo de la mensualidad sin tope para este incremento durante el año escolar que se avecina.
Se escuchó un rugir entre los padres, unos levantaron las manos rápidamente, otros lo pensaban y se aguantaron; Los seguidores de Tomás sonsacaban a los que dudaban, se empeñaban para que levantaran el brazo. En la medida que pasaba el tiempo se fueron agregando otros brazos para aprobar la propuesta. El padre Elias comenzó el conteo de brazos levantados, al terminar volteo su rostro y dirigió la vista al monseñor, con una sonrisa de satisfacción que cruzaba la cara de oreja a oreja.
—Con 84 votos, es aprobada la propuesta.
Un nutrido aplauso se escuchó. El monseñor sonreía e inclinaba el rostro en señal de agradecimiento en unas ocasiones y en otra, movía los abrazos, felicitando a los padres y felicitándose el mismo por la victoria lograda.
En ese momento, un grupo de unos treinta padres aproximadamente abandonó el recinto, en señal de disconformidad y en medio de gritos, donde se escuchó: “fuera limpios de este colegio”, “No queremos gente de cerro”.
Tomas Pérez Loyola era la voz principal de los representantes que gritaba improperios y groserías en contra de las personas que salían.
Eran las dos de la tarde cuando llegó a su oficina el Sr. Tomás Perez Loyola eufórico, muy alegre, bastante sudado.
—No hubo mucho movimiento en la mañana, Sr. Perez—dijo Rosa la secretaria privada de Tomás.
—Gracias.
—Como le fue en la asamblea de Padres y representantes?
—Muy bien, logramos imponer el aumento de la mensualidad y derrotamos a esos pobres diablos que quieren que nuestros hijos se codeen con sus hijos. El monseñor nos abrazó de alegría y nos envió una gran cantidad de bendiciones; además, nos tendrá presente en todas las homilías de este año. Que buena persona es el monseñor, definitivamente. Puedes imaginarte, un grupo de estudiantes que no tienen como pagar la mensualidad, querían que el colegio los becara, eso no puede ser. No podemos estar subsidiando a esa calaña de estudiantes. Por favor….. imagínate, Rosa, un negro solicitando mejoras en el comedor, cuando la mayoría de los padres quiere eliminarlo para que nuestros hijos vayan a un restaurant decente. Un individuo de cerro comiendo en la misma mesa que comen nuestros hijos …no. . definitivamente .. no.
La secretaria observa a su jefe, sin pestañear, no mueve un músculo de su rostro, esta atónita, el color de su rostro ha variado totalmente. No tiene palabras para explicar, lo que esta escuchando.
—Hablando de todo, rosa, búsqueme una solicitud de la caja de ahorros, que voy a realizar un préstamo para el pago de la inscripción de los muchachos en el colegio.


Julio del 2007

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