jueves, 20 de septiembre de 2012

Trabajando




Subí lentamente los peldaños del bus. Desde el estribo observé a los pasajeros de las primeras dos filas. Noté cierto movimiento nervioso en la señora de traje azul cuando me vio subir. Viajaba en la segunda fila del lado izquierdo del bus, al lado de la ventana y llevaba una bolsa de color verde en la mano. Colocó su bolsa entre la ventana y ella, tratando de que no sea visible para los demás pasajeros.
<> pensé en ese momento.
Me paré al lado de la señora. Saqué la pistola, la puse en su cabeza. Ella me vio. Entendió. No le quedó más alternativa.
—Es lo único que tengo, no me mate por favor. —me dijo entregándome la bolsa de color verde pálido color desgastado por el tiempo.
La señora del hermoso vestido azul se desmayó y quedó arrumada en el asiento como un fardo de papas tirado en un zaguán.
—Gracias por su colaboración— le dije en un tono muy cortés, pero no me escuchó. La vi y me dio gracia por la forma cómica en que quedó sentada en el asiento. Guardé el arma dentro de la bolsa y bajé del bus.
Llegué a mi casa. Le dí un beso a mi esposa y la bolsa obtenida por mi trabajo. Alicia, mi esposa se contentó mucho. Me senté en la hamaca. Encendí el televisor.
—Esto es lo único que pudiste hacer en tu trabajo de hoy?
—No encontré mas nada. La situación esta muy difícil. Hay mucha poli en la calle.
—Pero vistes lo que tenia la bolsa?
—No.
Dejé de mirar la televisión. Levanté la cara y vi a mi esposa frente a mí mostrando sus manos: en la derecha tenía un hermoso gato blanco tomado por el cuello y en la izquierda, la bolsa de color verde desgastado por el tiempo.


01-08-2008


Prof. Ramón Anselmo Rengifo Avendaño